Vía Aquitania, Boyacá. Colombia Playa Blanca Rea de regreso a Tota. Cabañas Yucatán

La aventura comienza con un recorrido por tierra para llegar a Río Negro, playa Reina Mariato a 222 kilómetros de ciudad de Panamá, para embarcarnos a la isla Cebaco que nos recibe con buena pesca y buena mar. En la noche disfrutamos un espectáculo sideral, enmarcado en el horizonte de la luna nueva, donde se une el cielo con el mar.  A la mañana siguiente nos levantamos temprano para disfrutar del amanecer y alistarnos para la faena de pesca, vamos a una zona que llaman el sombrero por que hay una piedra con forma de sombrero, nos acompañan Jairo y Bernardo (padre e hijo) dueños y anfitriones de Cebaco Sunrise, son personajes maravillosos que además de ser muy divertidos, saben mucho de pesca, cocina y navegación. Qué más le puede uno pedir a la vida. Las aguas cristalinas del mar revelan el fondo, las aves y el paisaje son apacibles, aunque la brisa y el sol resultan agotadores para un animal de tierra fría criado en cautiverio como yo, duramos siete hora

Sucursal del paraíso ubicada en Punta Chame, a 99 kilómetros de la ciudad de Panamá.  La faena de pesca empieza temprano alrededor de la isla de Otoque (antiguamente poblada por grupos indígenas comandados por los caciques Careta, Tatalao y Estivá). Las aguas del océano Pacífico registran una baja temperatura debido a las corrientes frías. A causa del oleaje la lancha salta mucho, afortunadamente el capitán es un avezado conductor y mi amado pescador me ha traído un cojín inflable. Nos acompaña Jairo, un hombre lleno de experiencias de vida y de pesca, con el que se aprende a cada instante. La pesca del día fue muy fructífera y variada: Jurel (Caranx caninus), Dorado (Coryphaena hippurus), Barracuda (Genus Sphyraena) y Cherna (Epinephelus Striatus) pez con unas manchas atigradas muy particulares, los pescadores locales dicen que a veces trae los números de la lotería. Las pequeñas islas aledañas a Otoque están habitadas por diversas especias de

Juan José nos recoge temprano, de camino nos muestra los vestigios de la llamada zona del canal donde vivían los estadounidenses que administraron el Canal de Panamá entre 1914 y 1999. Llegamos al lago Gatún alrededor del siete de la mañana, es un paisaje espectacular, la selva al lado de la ciudad. Un gran cúmulo de agua cristalina que alimenta el canal y la ciudad. El ecosistema parece conservarse bastante bien a pesar de la cercanía con el casco urbano, en una de las orillas vemos nadar tranquilamente un cocodrilo, que al percatarse de nuestra presencia se hunde para que lo perdamos de vista. De repente retumba el sonido de un mono aullador, el canto gutural y penetrante de la selva que los españoles atribuían al diablo y trataron de exorcizar con rezos ajenos a estas tierras. En una de las islas viven dos monos cara blanca (Cebus capucinus) Juan José, nos cuenta que no son nativos de las islas, fueron introducidos para entretener a los turistas, ya que el ser alimentados con